enero 04, 2009

Un regreso...

Es difícil creer que hace más de 3 años que no escribo en este blog. hoy sentí ganas de volver a hacerlo y pensé crear uno nuevo, pero quizá sería un desperdicio.

Hace un poco más de 5 meses me casé. Lo digo así sin más porque probablemente sea el cambio más significativo que ha sufrido mi vida en este periodo de tiempo.

El 26 de Julio, Roberto y yo tuvimos una boda sencilla, en un templo pequeño, con nuestras familias y los amigos más cercanos, la fiesta en un jardín lleno de luz y armonizado por el pequeño lago artificial. Creo que las cosas resultaron como las planeamos, un evento familiar, sin aires ceremoniosos. Todos nos divertimos, lo que fue una primera vez para mí en una boda. Terminó después de casi 12 horas y a las 4am salimos en un viaje mágico por el Caribe.

La boda en si fue un día perfecto que sinceramente me cuesta trabajo sentir real.

Nunca creí que me casaría, nunca lo vi como un plan, y menos aún a los 23 años. Que es probablemente la razón que me lleva a escribir esto. Durante estos 5 meses las cosas han resultado muy bien, realmente muy bien. Salvo un par de discusiones por temas cotidianos y sin importancia, nuestros días juntos han sido simplemente excelentes.

El principio no fue sencillo, tenía un mes de graduada, había dejado mi querido Guanajuato y todo y a todos los que de él me gustaban, y además casarme implicaba dejar también León, que si bien no es ciudad de mi completo aprecio, es el hogar de la gente que más quiero. Mudarme a Guadalajara en donde no conocía nada, ni nadie, no me parecía tan complicado como no tener ninguna ocupación, ni universidad, ni trabajo. Así fue que duré una semana de feliz ama de casa antes de volverme completamente loca y buscar trabajo compulsivamente. Comencé a dar clases de inglés en un Kinder, lo que resultó ser un poco más complicado de lo previsto.

5 meses después, completamente enamorada de mis niños, aún siento una enorme frustación por no poder encontrar nada relativo a mi área de estudios. Comienzo a pensar que errré de vocación, que errré de Universidad, que erré...

Empieza a costarme la convivencia, no encuentro mi espacio y se me complica enormemente marcar mis límites. Sé que necesito hacerme de ocupaciones propias en las que él nada tenga que ver para volver a respirar mi independencia y dejar de enfermarme de esta cotidiana lucha.

Siento miedo de echarlo todo a perder, no es falta de cariño sino este carácter enfermo, quizá el ego... Además el sindrome de abstinencia del tabaco me está transtornando el humor y las fiestas navideñas no han logrado más que hacerme extrañar enormemente a todos los que he dejado. Hasta mi apetito sexual y mi salud se han visto afectados, al punto tal que me todo me produce repudio.

Espero que estos apuntes sirvan un poco de desahogo, un poco de catarsis y otro poco me faciliten la autoreflexión. Esta vez, no quiero hacerlo todo mal, quiero recordar que hay palabras que una vez dichas ya no se pueden borrar.